La lucha contra el licor del Sur de Los Ángeles

16 Feb La lucha contra el licor del Sur de Los Ángeles

Por Joseph Devall

Residentes lograron para la reconstrucción de más de 200 licorerías en el Sur de Los Angeles después de los disturbios.

Durante mucho tiempo los residentes del Sur de Los Ángeles han lamentado el exceso de licorerías en su comunidad. Durante los disturbios civiles de 1992, las licorerías fueron un blanco principal para saqueos e incendios, más que tiendas de electrónica, comida, muebles u otros.

Aunque las licorerías siguen siendo un problema en el Sur de Lo Ángeles, veinte años de trabajo de parte de los residentes y de Community Coalition han ayudado a promover un amplio conocimiento sobre cómo funcionan estas tiendas y cómo contribuyen a la delincuencia y la violencia.

Más que alcohol
Para la fecha de los disturbios, el Sur de Los Ángeles contaba con más de 700 ventas licenciadas de alcohol para unos 600 mil residentes. Tenía más licorerías que un conjunto de trece estados, incluyendo a Rhode Island, según un estudio realizado a mediados de la década de los 1980 por South Central Organizing Committee, una coalición de iglesias locales.
La disponibilidad de alcohol no era el único problema con tantas licorerías.

“Las tiendas de licores eran un eje. Los clientes compraban alcohol, y también pipas y parafernalia para uso de drogas, o hasta las mismas drogas en esos lugares. Las tiendas alentaban el consumo de alcohol en público y la vagancia al entregar tazas con hielo y tener sofás para que la gente se sentara”, dijo Joanne Kim, oficial de operaciones de Community Coalition, una organización en el Sur de Los Ángeles que ha recibido reconocimiento nacional por sus esfuerzos comunitarios exitosos para reducir la concentración del alcohol.

Justine Clardy, residente del Sur de Los Ángeles desde hace muchos años, vivía al lado del notorio Bloom’s Liquor Store en la Normandie con 39, y recuerda la experiencia. “Antes de que cerráramos la licorería, daba miedo. La gente iba y venía de la licorería tomando cerveza, tirando basura a mi propiedad. La gente se quedaba parada frente a mi portón. Me acuerdo que siempre escuchaba gritos, peleas, y chillidos, seguido por sirenas de policía toda la noche”.

Reconstrucción sin licor
Muchos creían que el ataque a las licorerías durante los disturbios era simplemente una expresión de sentimientos anti-coreanos. La muerte a balazos de una joven afroamericana, Latasha Harlins, a manos de un comerciante coreano el año anterior había agudizado las tensiones entre ambas comunidades, reconoció Kim.

“Pero los ataques a las licorerías durante los disturbios reflejó principalmente la rabia de la gente sobre el impacto de estos negocios en el deterioro del vecindario. Es por eso también fueron quemados y saqueados tiendas que no eran de comerciantes coreanos”, afirmó ella.

“El 28 de abril, más de cien miembros de Community Coalition y residentes se reunieron con el administrador de zonificación sobre nuestras preocupaciones por la cantidad de licorerías en la comunidad”, dijo Sylvia Castillo, ex directora adjunta que encabezó la campaña contra licorerías de la Coalición. “Al día siguiente, la ciudad explotó y cientos de licorerías fueron totalmente quemadas”.

La ciudad decidió promover por la vía rápida la reconstrucción de negocios destruidos, entre ellos tiendas de licores. “Nosotros consideramos esto una oportunidad para que los residentes impusieran normas comunitarias al afectar los negocios que se iban a reconstruir y cómo debían comportarse estos negocios”, dijo Castillo. “Movilizamos a miles de residentes para asistir a audiencias de la ciudad y manifestaciones para expresar sus preocupaciones”.

Exitosamente la comunidad obligó a la ciudad a realizar audiencias públicas sobre todos los negocios sobre los cuales los residentes habían presentado quejas. Los residentes evitaron la reconstrucción de 150 licorerías y convirtieron casi 50 de las 200 licorerías quemadas en otros negocios no relacionados con el licor.

“Todavía tenemos demasiadas licorerías, pero por medio de nuestra campaña afirmamos los derechos de los residentes a pedir cuentas a la ciudad para enfrentar negocios problemáticos que representan una amenaza para la seguridad pública y deterioran la calidad de vida en sus vecindarios”, dijo Kim.

Joseph Devall es director de organización en Community Coalition.

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